sábado, 19 de septiembre de 2009

EL APRENDIZAJE DE LA RESPONSABILIDAD, PAPEL DE LA FAMILIA

En muchas ocasiones oímos que tal o cual persona no es responsable, incluso escuchamos opiniones generalizadoras diciendo que los jóvenes son poco o nada responsables. Pero, ¿qué es la responsabilidad? ¿el algo con lo que se nace? ¿se puede educar en ella? ¿se es responsable sólo por cumplir una edad o por ser adulto? Trataremos de profundizar sobre este tema a lo largo de esta entrada. Para ello comenzaremos definiendo la responsabilidad y continuaremos intentando explicar cómo se puede aprender a ser responsable.

¿Qué es la responsabilidad?
Se dice que alguien no es responsable cuando no cumple o se le olvidan sus obligaciones, cuando tiene comportamientos arriesgados o antisociales, cuando no asume las consecuencias de lo que hace y le echa la culpa a otras personas. Es claro que uno de los objetivos de la educación familiar y escolar es conseguir que los hijos y estudiantes sean personas responsables y que se comporten con arreglo a esta cualidad. Vamos a comenzar tratando de definir la responsabilidad a través de una serie de categorías o niveles que nos faciliten su enseñanza.

La responsabilidad es un valor que tiene varios niveles de significación:
- Uno, es una cualidad propia de una persona cuidadosa y atenta en lo que hace o decide.
- Dos, la responsabilidad está relacionada con el respeto a los derechos y sentimientos de los demás.
- Tres, un comportamiento responsable es propio de alguien que ayuda a los demás.
- Cuatro, una persona es responsable cuando actúa con autonomía y libertad.
- Cinco, una persona responsable reconoce y asume las consecuencias de sus actos.

¿Cómo se aprende a ser responsables?
Esta cualidad o valor, con la que no se nace, tiene que ser un objetivo fundamental a conseguir con los adolescentes y jóvenes principalmente en el ámbito familiar y, también, en el escolar. Se trata, por consiguiente, de crear un ambiente en la casa y en la escuela que les enseñe a decidir de forma adecuada. Para ello han de aprender a tener en cuenta diferentes alternativas y a valorar con antelación las consecuencias de sus decisiones. Es preciso hacerles conscientes de la existencia de los demás y de sus necesidades. Además, conseguir que sean atentos y cuidadosos en lo que hacen, evitando la distracción , el descuido y la fullería. Por último, a sentirse responsables de lo que hacen, evitando echar la culpa a otros de los actos propios.

Esta cualidad no se consigue de forma instantánea al cumplir una edad, sino que se adquiere de forma progresiva a través de un proceso. Se comienza como un juego imitando a los padres y poco a poco se van adquiriendo mayores responsabilidades. No podemos pedirles a un chico o a una chica adolescentes que sean responsables porque ya tienen edad si desde pequeños no hemos ido dándoles responsabilidades y haciéndoles ver las consecuencias de sus actos. Son los padres los que administran no sólo los derechos sino también, y especialmente, las responsabilidades de sus hijos: “Has cumplido un año más y te vamos a ampliar el tiempo para salir, pero tendrás también que hacer...”.


El papel de los padres consistirá en establecer normas y obligaciones a los hijos e hijas, animándoles y ayudándoles a cumplirlas. Es bueno reconocer y valorar sus aciertos, pero también establecer consecuencias negativas (castigos) si no cumplen las normas. No será aconsejable hacer las cosas por ellos porque no las hagan bien o por que tengan lástima de ellos o ellas. No vale exigir las obligaciones un día sí y otro no o recordarles muchas veces lo que tienen que hacer, esto los liará más o se acostumbrarán a no obedecer a la primera. O que no cumplan con las obligaciones y que no les pase nada, aprenderán lo que es la impunidad. Por consiguiente, para esta tarea es conveniente que las responsabilidades estén claras y el comportamiento de los padres sea coherente.


¿Qué responsabilidades u obligaciones son propias de los adolescentes?
Las obligaciones de los adolescentes estarán relacionadas con su edad y con los diferentes entornos en los que se desarrolla su vida: con los horarios de entrar y salir; con el uso de la televisión, el ordenador o la pley; con el estudio en casa y con la asistencia al instituto; y con la colaboración en las tareas del hogar; entre otras.
Es muy importante asumir que no existen responsabilidades diferentes para chicos o para chicas. Es fundamental que ambos aprendan a colaborar en las tareas del hogar: a poner y recoger la mesa, a lavar los platos, a hacer de comer, a limpiar la casa, a poner la lavadora, a tender, etc. El aprendizaje de estas actividades dependerá de la edad, pero no tienen por qué estar asociadas a ser hombre o mujer.
Es recomendable poner por escrito las obligaciones de los diferentes miembros de la familia en un lugar bien visible para que sirva de recordatorio a todos. Tienen que estar bien explicadas para que no haya dudas sobre quién, cómo o cuándo tiene que realizarlas. Hay que establecer también las consecuencias positivas y negativas que tendrá el cumplimiento o no de las responsabilidades.

Finalmente, los padres tienen que darles a sus hijos e hijas la oportunidad de ser responsables, porque conforme vayan siéndolo, van a adquirir mayor confianza en sí mismos y esto les animará en su proceso de hacerse personas responsables y adultas.

(Autor: Miguel Ángel Valverde Gea. Orientador del IES Mar de Poniente. La Línea)

domingo, 6 de septiembre de 2009

¿PARA QUÉ SIRVE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?

INTRODUCCIÓN
El término “Inteligencia Emocional” se utilizó por primera vez en 1986 por Peter Salovey y John Mayer. El interés por el tema estalló cuando Daniel Goleman, psicólogo y redactor del NewYork Times, publicó su libro en 1995 “Inteligencia Emocional”. En la portada escribe: ¿Por qué es más importante la inteligencia emocional que el cociente intelectual?

¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?
Mayer y Salovey conciben la IE como una inteligencia basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación a nuestro pensamiento. La Inteligencia Emocional se conceptualiza a través de cuatro habilidades básicas:
La primera habilidad: percibir emociones, incluye las capacidades involucradas en la identificación de las emociones en las caras, las voces, las fotografías, la música... Esta percepción varía de un individuo a otro. Se refiere también al grado en que cada uno identifica sus propias emociones.
Los alumnos ponen en práctica diariamente estas habilidades cuando regulan sus acciones en el aula tras una mirada del profesor. El profesor también hace uso de esta habilidad cuando observa los rostros de los alumnos y percibe si están aburriéndose o entendiendo la explicación.
La segunda habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento se refiere a cómo hay que tener en cuenta los sentimientos cuando razonamos o solucionamos problemas, cómo las emociones afectan al sistema cognitivo y cómo nuestros estados afectivos ayudan a la toma de decisiones. Algunos alumnos necesitan para concentrarse y estudiar cierto estado de ánimo positivo, otros en cambio un estado de tensión les ayuda a estudiar y memorizar mejor. Estas diferencias individuales explican que algunos alumnos estudian para los exámenes en el último momento, que es cuando el estado de tensión les ayuda a centrarse.
La tercera habilidad de comprensión emocional implica la capacidad para desglosar el amplio repertorio de señales emocionales y etiquetar las emociones. Implica una actividad tanto anticipatoria como retrospectiva para conocer las causas generadoras del estado anímico y las futuras consecuencias de nuestras acciones. Los alumnos utilizan esta habilidad para ponerse en lugar de otro compañero que está pasando una mala racha y ofrecerle su apoyo.
La cuarta habilidad: controlar las emociones propias y ajenas, moderando las emociones negativas e intensificando las positivas. Esta habilidad alcanzaría los procesos emocionales de mayor complejidad, es decir, la regulación consciente de las emociones para lograr un crecimiento emocional e intelectual. Un alumno se ve involucrado en un conflicto en el recreo, la resolución no agresiva del conflicto implica la puesta en práctica de habilidades de regulación o manejo de situaciones interpersonales. Igualmente cuando llegan los exámenes cada alumno utiliza diferentes estrategias de regulación emocional para sobrellevar el estrés sin que le afecte al rendimiento académico. Entre ellas estarías: el apoyo social y la comunicación de los problemas, llevar a cabo actividades distractoras, tener aficiones, hacer deporte, relativizar los problemas con humor...


Tipos de emociones:
Emociones primarias: Miedo, sorpresa, asco, ira, enfado, alegría, tristeza.
Emociones secundarias: Vergüenza, rabia, celos, nostalgia, culpa, lástima, melancolía, remordimiento, indignación, enfado, tensión, inseguridad, decepción, frustración, preocupación, abatimiento, cariño, euforia, satisfacción, gratitud, optimismo, amabilidad, asertividad, tenacidad, empatía, admiración, esperanza, entusiasmo, tranquilidad, compasión.

BENEFICIOS DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL:
Según investigaciones recientes la I.E. ayuda en la relación con los compañeros y superiores en el trabajo. Los estudiantes con puntuaciones altas en el control emocional fueron valorados por sus amigos como más comprensivos y solidarios, además creaban menos conflictos. La calidad de las relaciones en las parejas, parece que puntuaciones altas en I.E. se relacionan con mayor grado de satisfacción en la relación.

En el contexto escolar.
Estudios llevados a cabo en EEUU con universitarios muestran que estudiantes con una alta IE tienen menor número de síntomas físicos, menos ansiedad social y depresión, mayor autoestima, mayor satisfacción en sus relaciones con los demás y se recuperan antes de los estados de ánimo negativos inducidos experimentalmente.
En cuanto al rendimiento académico, parece que la inteligencia influye sobe la salud mental de los estudiantes y este equilibrio psicológico, a su vez, está relacionado y afecta al rendimiento académico final. Personas con ciertos déficits (escasas habilidades, desajuste emocional, problemas de aprendizaje) es más probable que experimente estrés y dificultades emocionales durante sus estudios y, en consecuencia, se beneficiarían más del uso de habilidades emocionales adaptativas que les permitirían afrontar tales dificultades.
En cuanto a la aparición de conductas problemáticas, los alumnos que presentan menor nivel de I.E. tienen mayores niveles de impulsividad, peores relaciones sociales, lo que favorece el desarrollo de diversos comportamientos antisociales.
En cuanto al consumo de sustancias adictivas los adolescentes que tienen un mayor repertorio de competencias afectivas basadas en la comprensión, el manejo y la regulación de sus propias emociones no necesiten utilizar otro tipo de reguladores externos (tabaco, alcohol y drogas ilegales) para reparar los estados de ánimo negativos provocados por la variedad de eventos vitales y acontecimientos estresantes a los que se exponen en estas edades.

CONCLUSIONES:
El ambiente familiar es señalado como un elemento fundamental en el proceso de socialización de las emociones. También los educadores realizamos el papel de modelo y modulador en los procesos de socialización emocional. En general toda persona influyente para el alumno/a puede ser un ejemplo a observar y reproducir.
También a través de programas educativos podemos ayudar a:
- entrenar habilidades socioemocionales.
- Fomentar buenas conductas y reprimir las no deseables.
La inteligencia emocional es un aprendizaje que dura toda la vida. El entrenamiento en el contexto educativo puede ayudar a obtener beneficios en cuanto al crecimiento personal y a la motivación.

(Autora: María José Lauroba. Orientadora del IES Getares de Algeciras).